CUARESMA, SEMANA SANTA, PASCUA. CARTA A LOS SACERDOTES
CUARESMA, SEMANA SANTA, PASCUA CARTA A LOS SACERDOTES 22 de marzo de 2009 Queridos sacerdotes: Cuando ya va más que mediada la Cuaresma y nos acercamos a la Pascua, como es mi costumbre, me dirijo a vosotros para reconocer y agradecer vuestros trabajos cuaresmales, y alentaros en los que se avecinan con la Semana Santa. Sea todo, como diría San Ignacio, "ad maiorem Dei gloriam" 1. CUARESMA. "Ea, volvamos al Señor" (6,1). Con esta emotiva y breve exhortación el profeta Oseas intentaba hacer ver al pueblo la necesidad de una conversión sincera y radical; y animaba a sus gentes al conocimiento de Dios - "esforcémonos por conocer al Señor" (6,2) -. Esta exhortación nos viene bien a los sacerdotes personalmente; también para que la transmitamos a nuestros fieles. Todos tenemos necesidad de convertirnos ya que, en nuestra propia existencia, hay zonas quebradas, rotas, que necesitan restauración, zonas oscuras que han de ser iluminadas por la luz del Evangelio. En nuestro caminar hacia la Pascua, es necesario que nosotros, sacerdotes, hagamos una reflexión profunda sobre nuestra conducta, para llegar a la convicción de que necesitamos apartarnos de aquello que dificulta nuestra íntima unión con Dios y la identificación con Jesucristo. Y es necesario también que ofrezcamos esa misma reflexión profunda a nuestras comunidades parroquiales, hermanos y cofrades, y a todas las personas que están a nuestra atención pastoral, para que vuelvan al Señor, y se esfuercen por conocer al Señor. La caridad pastoral nos impulsa a ayudar a nuestros fieles para que respondan generosamente a las posibles llamadas a la conversión; a robustecer su fe con la oración y a dar buen testimonio cristiano con sus vidas ejemplares. Tendremos que intensificar nuestros trabajos a favor de su formación con homilías, catequesis, conferencias, predicaciones en los cultos de las Hermandades y Cofradías, etc. Será necesario facilitar el sacramento del perdón para que experimenten la misericordia de Dios por medio de las confesiones personales, además de las Celebraciones Comunitarias de la Penitencia, con absolución individual, como soléis hacer ejemplarmente ayudándoos unos a otros en los arciprestazgos. Así caminamos todos hacia la Pascua con Amor 2. SEMANA SANTA. Es, entre todas las semanas del año, la más importante para los cristianos; está santificada por los acontecimientos que conmemoramos en la liturgia, y consagrada a Dios de manera muy especial. La Iglesia, al conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, se santifica y renueva a sí misma. 2.1 DOMINGO DE RAMOS. Se inaugura la "Semana Mayor" con el Domingo de Ramos, en el que se celebran los dos motivos centrales del misterio pascual: la vida o el triunfo, mediante la procesión de ramos en honor de Cristo Rey, y la muerte o el fracaso, con la correspondiente proclamación evangélica de la Pasión. 2.2. MISA CRISMAL. Nuevamente el Señor nos concede participar en esta emotiva celebración, que es la Misa Crismal; será el martes santo, día 7 de abril a las 11 de la mañana en la Catedral. ¡Qué derroche de gracias sobrenaturales las que Dios otorga a nuestra Iglesia Diocesana y a los sacerdotes en este día! ¡Cuántas personas van a recibir el auxilio divino por la unción con los santos Óleos y el santo Crisma en diversos sacramentos! ¡Qué expresión tan sublime de comunión del presbiterio diocesano entre sí, y del mismo con el Obispo! ¡Qué conmovedor ejemplo de unidad sacerdotal y de entrega generosa al servicio del pueblo! Por todo ello espero vuestra asistencia total a la Misa Crismal. Traed alba y estola blanca para la concelebración. Y, como en otros años, os sugiero que invitéis a vuestros fieles, particularmente a los que se preparan para confirmarse y a sus catequistas; que participen en este acto tan cargado de "vida", y los confirmandos sean testigos de la consagración del Santo Crisma, por el que se les va a dar "el don del Espíritu" y se convertirán en testigos y apóstoles, reafirmando personalmente su compromiso bautismal de ser "miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey". Anteriormente, de 10 a 10'45, dedicaremos un rato a la oración en Salón de Actos del Obispado. Comeremos juntos en la Casa de Espiritualidad, a las 2 de la tarde. Es una gran alegría encontrarnos rodeando el Altar en un día tan señalado y compartiendo un rato de fraternidad sacerdotal 2.3. TRIDUO PASCUAL. El Triduo sacro es el fundamento de nuestra fe cristiana, el desenlace y la razón del tiempo cuaresmal, la renovación sacramental del misterio pascual del Señor y también la renovación de nuestra misma pascua. No se trata, por tanto, de un triduo que prepara a la solemnidad de la Pascua, sino - como dice San Agustín - "es el Triduo de Cristo crucificado, sepultado y resucitado" (Carta 55, 14). Pero el Triduo pascual no sólo celebra el misterio de muerte y de vida que es la Pascua del Señor, sino también - y esto hay que tenerlo presente en nuestra tarea pastoral - expresa y celebra nuestra propia Pascua: el paso de la muerte al pecado a la vida de la gracia en Cristo por nuestro Bautismo y nuestra fe, y el anuncio y anticipo de la última Pascua en la vida definitiva con Cristo glorioso. 2.3.1. JUEVES SANTO. El Triduo Pascual comienza con la misa vespertina de la "Cena del Señor" el Jueves Santo, día de reconciliación, memoria de la eucaristía, institución del sacerdocio cristiano, día del Amor fraterno, y pórtico de la pasión. Se celebra lo que Jesús vivió en la cena de despedida: "Cada vez que coméis de este pan y bebéis de esta copa, proclamáis la muerte del Señor, hasta que él vuelva" (1 Cor 11,26). 2.3.2. EL VIERNES SANTO se centra en el misterio de la cruz, instrumento de suplicio y de muerte (madero), pero sinónimo de redención (árbol). En el hecho de la cruz se refleja el sufrimiento de Cristo, como el amor que se anonada, y el juicio de Dios, junto al pecado de la humanidad. Este día se centra en la "Celebración de la Pasión del Señor". Conmemoramos la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte. 2.3.3. SÁBADO SANTO. Según la actual liturgia, el sábado es día de meditación y de reposo, de paz y de descanso, sin misa ni comunión. Se suele aprovechar para tener algún acto piadoso en torno a la imagen de Jesús en el Sepulcro, o de acompañamiento a la Virgen en su Soledad 2.3.4. VIGILIA PASCUAL. La celebración más importante del año, la culminación de la Semana Santa y el eje de toda la vida cristiana, hasta el punto de haber sido denominada "madre de todas las vigilias". Sin embargo, todavía está lejos de significar algo importante para nuestro pueblo, que se hace presente, sobre todo, en las procesiones. Para muchos de nuestros fieles sigue siendo el Viernes Santo el día decisivo. Con todo, la resurrección de Jesús es dato básico de la confesión de fe, comunicación de nueva vida e inauguración de nuevas relaciones con Dios. 3. PASCUA DE RESURRECCIÓN. Comienza con la Vigilia Pascual, sigue con el "Gran Domingo" y se prolonga a lo largo de todo el Tiempo Pascual para que la comunidad cristiana se haga partícipe del triunfo del Señor sobre la muerte, entrando en una vida nueva, en virtud del Espíritu Santo. "Renovados por el Espíritu, vivamos la esperanza de nuestra resurrección futura". Aparte del esplendor celebrativo de la Vigilia y del Domingo de Resurrección podríamos aprovechar el Tiempo Pascual, también "privilegiado y fuerte", para programar algunos actos extraordinarios. Por último, como en años pasados, a fin de superar las dificultades que existen para el correcto desarrollo de las celebraciones de la Semana Santa y, especialmente del Triduo Pascual, os recomiendo que hagáis una buena explicación para: 1) Recuperar la perfecta relación que existe entre Pasión-Muerte y Resurrección y lo ponga en evidencia no sólo en las celebraciones litúrgicas en los templos, sino también en las mismas expresiones de piedad popular. 2) Ayudar a los fieles a comprender, como dice el Concilio, que ninguna otra acción iguala la eficacia de la celebración litúrgica (cf. SC 7), y que los piadosos ejercicios deben estar de tal modo ordenados, que se armonicen con la liturgia, deriven en cierta forma de ella y lleven al pueblo cristiano hacia ella (cf. SC 13). 3) Informarles de las características propias de estos días y ayudarles a comprender y valorar el significado de los signos y símbolos, mediante explicaciones y moniciones bien preparadas para el momento de la celebración. 4) Tratar de crear clima celebrativo, donde todos estén a gusto y vivan la esencia del misterio, no siendo meros asistentes. 5) Procurar que los distintos ministerios - lectores, monitores, cantores y acólitos - estén anteriormente preparados y ejerzan lo mejor posible su función. Sin duda, servirá para enriquecer las celebraciones. Que estos días de intenso trabajo nos sirvan a todos para aumentar en nuestros corazones el amor a Dios y a los hermanos, a quienes servimos por amor a Él. Con todo afecto en Jesús y María, os bendigo.