Segundo Domingo de Adviento. Ciclo C. 9 de diciembre de 2018
LA ESPERANZA, DEPENDE, DE QUÉ DEPENDE
En el comentario del domingo anterior, repetíamos muchas veces la palabra esperanza, esperar, espera, lo que nos indica la importancia que tiene en este tiempo de Adviento; tiempo dominado por el sentido de la espera y la “dependencia” de la esperanza. Hoy se nos invita a ver, como una cuestión de mirada. Si no somos capaces de ver, si no conseguimos mirar de manera distinta, la esperanza resulta imposible y la espera desemboca en la desilusión.
Y al pasar el domingo descubrimos a María, presentada por la Iglesia como modelo de santidad que nos pide que nuestro amor sea limpio, nuestras obras sin mancha y nuestra voluntad se rija siempre por el “sí” permanente al plan de Dios. Como María, somos elegidos por pura gracia de Dios como germen de santidad que nos convierte en testigos de la santidad y misericordia de Dios en el mundo, esperanzados de que otro mundo es posible.
En las lecturas de hoy, San Pablo, insiste: “que vuestro amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores” (Flp 1,4-6.8-11), así se va preparando el camino del Señor (Lc 3,1-6) que ya está cerca, nos dice Juan Bautista, a la vez que nos revela la presencia misteriosa y escondida en Jesús.
El Evangelio ofrece datos geográficos, políticos, históricos y teológicos para situar al Bautista y así poder certificar la historicidad de los hechos, expresando que la salvación se realiza en el tiempo y en la historia humana. Esto será una constante en el evangelista Lucas, que tiene en cuenta la vida de la Iglesia en la historia como una comunidad estable que irá creciendo con el tiempo. De aquí que se preocupe de buscar al Jesús histórico, real. Juan Bautista –figura señera del adviento-, un hombre hijo de un mudo (pueblo en silencio), que renunció al sacerdocio (a los privilegios de la herencia) y de una estéril (fruto del Espíritu), le vino la palabra en el desasimiento, en el desierto, y se dirige a los instalados para desenmascararlos. Es al pobre al que hay que escuchar para oír en lo más hondo de nuestro ser la llamada al cambio y poder ver la salvación de Dios. El clamor de los pobres, los indefensos, los excluidos, los inmigrantes, los drogadictos, las prostitutas, los que carecen de trabajo, los refugiados, resuena, esperan nuestra mirada y nos piden no ser indiferentes. Con esta esperanza nos movemos durante este tiempo de Adviento y “preparamos el camino al Señor” con una praxis concreta del compartir y la solidaridad. En ello ponemos la razón de nuestro ser y la credibilidad de nuestra fe en Jesús, no exentos de dudas, vacilaciones y desesperanzas.
Baruc, el profeta, habla también desde el clamor de los pobres; pretende que se haga justicia, “Dios guiará a Israel con alegría a la luz de su gloria, con su justicia y su misericordia” (Baruc 5,1-9). Su misión “es cuestionar los sistemas infieles al Espíritu, defender a toda persona atropellada y a todo pueblo amenazado, alentar esperanzas en situaciones catastróficas y promover la conversión hacia actitudes solidarias. Tiene experiencia del pueblo (está encarnado) y contacto con Dios (es un místico), y de ahí obtiene la fuerza para su misión” (Casiano Floristán). ¿No es esta la misión del profeta cristiano también hoy?
Encarnados y místicos a la vez, sin perder de vista la realidad concreta que nos rodea, para desde ella encontrar al Dios de Jesús que, continuamente, viene y está presente. Se trata de mantener viva la esperanza de que la visión de Dios sobre el ser humano es que éste viva en plenitud dando vida a cuantos con nosotros se encuentren. “La gloria de Dios es que el hombre viva” (S. Ireneo). Amén.
José Mª Tortosa Alarcón. Párroco de Jérez del Marquesado, Albuñán y Cogollos
PREGUNTAS:
1. ¿Qué podemos hacer para ser un poco profetas?
2. ¿En qué aspectos de tu vida sientes que estás preparando el camino al Señor? ¿Qué frases del Evangelio te ayudan a mantener la espera? ¿por qué?
3. ¿Qué cosas necesitamos allanar, rellenar, rebajar, enderezar o nivelar en el plano personal y comunitario?
Dibujo de Miguel Redondo. Comentario de José María Tortosa. Y preguntas para la reflexión.